CON LA FALDA BIEN PUESTA | #UPBenfalda
- Camilo Serna
- 7 feb 2018
- 5 Min. de lectura

Antes de empezar de lleno a hablar de lo que pasó el día de ayer vamos a contextualizar un poquito. El día 30 de Enero, la UPB, una importante universidad de Medellín, publicó en el blog de su sitio web un post titulado “¿Cómo vestirse para ir a la universidad?” en donde por medio de varios apuntes sugería que ellas (las estudiantes) usaran ropa menos provocativa para no distraer la atención de sus compañeros o profesores. Textualmente chiquis, la anotación que más me indignó (porque todas lo lograron) decía así:
“Trata de usar ropa discreta, no hay nada más incómodo que distraer la atención de tus compañeros de clase y profesores, para eso te sugerimos evitar utilizar escotes profundos, faldas cortas o ropa muy ajustada”.
Días después de esta publicación sucedió algo en la universidad, que aunque siendo eventos aislados todo sumó para decir No Más. La semana pasada había un grupo de chicas en uno de sus pasillos hablando, una de ellas llevaba falda. Mientras conversaban, se acercó un chico por su espalda, tomó el orillo de su falda y se la levanto, por lo menos durante 4 segundos mientras ella hacia resistencia. Viendo que no lograba nada decidió tirarse al suelo para que la fuerza de gravedad la ayudara a frenar con esta humillación. No fue necesario que yo estuviera ahí porque alguien más había grabado todo y lo había publicado en internet.
El post fue enviado a todos los correos institucionales como sugerencia de lectura por parte de la universidad. Y lo lograron, porque tod@s lo leímos, y lo leímos muy bien. Luego de haber entendido perfectamente lo que decía este decálogo, la indignación entre las estudiantes (para las cuales estaban dirigidas todas las sugerencias) no se hizo esperar y pronto, unid@s, porque a los hombres también nos pareció ridículo, comenzamos a difundir una noción de insatisfacción a través del hashtag #UPBenfalda y gracias a la brillante idea de una de ellas, movilizar e invitar a todos los estudiantes, mujeres y hombres, para que fueran a la universidad el día de ayer con faldas y escotes.
En la mañana del día jueves 8 de febrero, la universidad se pronuncia diciendo que “aclara que la motivación del texto se dio por dar unas recomendaciones generales sobre la comodidad en el ambiente universitario. La Upb no pretende condicionar algún código vestimentario para sus estudiantes (…) Ofrecemos disculpas si en algún momento el texto afectó a alguien por la interpretación que se le diera”.
Y aun pidiendo disculpas, la universidad no “entendió” cuál era el problema. Yo estudié en la UPB durante 16 años, hice toda mi primaria, mi bachillerato y soy diseñador de vestuario egresado de allá y esto que hicieron con el post no es la primera vez que lo hacen, porque así mismo fue como en el 2009 con una valla gigante en uno de sus bloques, bajo el copy “No te dejes echar el cuento” y pretendiendo guiar los hábitos de sus estudiantes, entre Magia Negra y Alcoholismo también ponían el ejemplo de Homosexualismo y Lesbianismo; es decir “No te dejes echar el cuento (del Homosexualismo)” argumentado como “ni todo el mundo lo hace, ni todo es normal, ni todo se pone de moda”.
Y si tomamos el claro ejemplo de la chica a la que le levantaron la falda: el problema no son las faldas, ni los escotes, ni la ropa, ni mucho menos la culpa fue de ella. La culpa fue de Él/ellos (del pensamiento patriarcal) al creer que puede acceder a las mujeres cuando y como quiera, y la indignación no fue porque estuvieran “sugiriendo” códigos vestimentarios o condicionando las identidades. La indignación colectiva se gestó por un post que justificaba este tipo de hechos, que hablaba de que la culpa es de la mujer, culpándola a ella, le dieron la razón al machismo (nuevamente) al ”sugerirles” a ellas que cambiaran y no a ellos que respetaran.
Esto, una vez más, es el reflejo de algo muchísimo más profundo y más grande. Es el espejo de un problema se sucede todos los días en la cotidianidad. Es sobre la estructura patriarcal y machista sostenida por esa idea heredada de las religiones en donde “la mujer es el ser más oscuro y es la culpable de todo lo que le pasa”, es sobre la misoginia, sobre como las mujeres “son las culpables de ser objetos de deseo para los hombres”, como ellas mismas “son las responsables de cosificarse” y ser “algo” que los hombres “pueden tomar cuando quieran y como quieran”. Es sobre, como lo decía Vanessa Rossales en su live de Instagram, se moraliza la ropa, se adecua desde la moral que define la mirada masculina patriarcal.
Vanessa además citaba a la gran pensadora feminista Chimamanda Ngozi Adichie (la misma que ha escrito infinidad de textos sobre feminismo y que además hace el featuring con Beyoncé para FLAWLESS) en donde hablando de uno de sus libros exponía como la ropa no tiene nada que ver con la moral y que si había algo que dejar de relacionar era el aspecto físico o las elecciones estéticas con los moralismos.
Un ejemplo claro de esto es el slut shaming y todos esos juicios de lo “correcto o incorrecto” de lo “malo o lo bueno”, de lo que “debe ser y lo que no” sobre como vemos al otro de acuerdo a la cantidad de piel que esté mostrando. Y unas de las grandes frases que “efervesció” de todo esto y nos llegó, hacía alusión a que la cantidad de ropa que usa alguien no determina el poco o mucho respeto que se merece.
Un hashtag que nos movilizó, que nos sacudió, a quienes estudian y estudiamos en algún momento en esta universidad y a muchas otras personas que se pararon a decir no más. Un hashtag que nos ayudó a entender una de las grandes nociones teóricas que planteó en su momento el artista Frederick Hundertwasser quien postulaba que el cuerpo es el primer territorio del ser y que el vestuario es la segunda piel que habita. La ropa es la manera en la que todos nos apropiamos de nuestros cuerpos y decidimos por nosotros mismos, porque es nuestro territorio y somos los únicos soberanos en él y decidir cómo lo adorno o como lo intervengo no tiene por qué estar permeado por ningún tipo de juicio moral.
Chiquis, amé lo que generó ese hashtag. ¿Si ven lo que pasa cuando nos unimos? Nos hacemos escuchar, pusimos a hablar a muchos medios de comunicación del país, a figuras importantes, transformamos la “indignación pasiva” que normalmente no sale de redes a movilizarse a la universidad con todas esas chicas y esos chicos de faldas, shorts y vestidos. Nos movilizamos por dentro y como apuntó también Vanessa fue la oportunidad para revisar ese machismo interiorizado por la cultura que tenemos.
Estamos en un momento donde habrá que movilizar lo que tenga que movilizarse, para que hablemos en igualdad. Porque hombres y mujeres nos cansamos, y el machismo no se va a seguir excusando o lavando las manos con nosotros. No más.
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